El inglés Simon Reynolds, brillante crítico de rock, antropólogo de la cultura popular, visitó Buenos Aires y habló de su nuevo libro "Como un golpe de rayo. El glam y su legado, de los 70 al siglo XXI" (Ed. Caja Negra)
Por: Lala Toutonian
Publicado en Infobae
17/9/2017
El autor inglés Simon Reynolds llegó por segunda vez a nuestro país en el marco de su participación en la Feria del Libro en Córdoba y para presentar su última producción, Como un golpe de rayo. El glam y su legado, de los 70 al siglo XXI, una enciclopedia sobre el género. Caja Negra Editora cuenta, de esta manera, con cuatro títulos del prolífico ensayista que incluyen Postpunk. Romper todo y empezar de nuevo, Retromanía. La adicción de la cultura pop a su propio pasado y Después del rock. Psicodelia, postpunk y otras revoluciones inconclusas.
Vive en Los Angeles porque su esposa es estadounidense "pero en este último viaje a Inglaterra me di cuenta que quiero morir ahí", nos dirá al final de la entrevista. Licenciado en Historia, este antropólogo de la cultura popular y erudito del rock como artífice cultural, se sentó a hablar con Grandes Libros.
—Podríamos decir que estoy en medio de una gira. El libro fue traducido, además del español, al italiano y al alemán y ya tengo confirmadas las presentaciones en siete ciudades de Alemania. Es muy emocionante. Había hecho una gira propiamente con Retromanía: Alemania, Suiza, Austria, Luxemburgo, muy "en el camino": hoteles, pruebas de sonido, poco sueño. No fue en una van pero lo hicimos en tren. Lo disfruté mucho.
—Como una estrella de rock.
—¡Sí! (Risas)
—Pero sin groupies.
—¡No! (Más risas)
—El rock como elemento cultural no resulta protagonista hoy día cuando los youtubers sí. ¿Pasamos a ser antropólogos del rock?
—Es difícil de ver. El rock es casi un elemento conservador, una forma de arte estática pero que fue fundamental por mucho tiempo. Anoche vi a Los Espíritus, muy buenos, y si hubiera solo escuchado el disco diría "Oh, son muy 70", pero lo ves en vivo, con su audiencia respondiendo de ese modo y pensás "Oh, son geniales". Gracias a sus solos y viendo cómo lo disfruta la gente, con groove. En los 70 ese tipo de música era liberadora, con una energía muy positiva; entonces no creo que en un sentido evolutivo ese tipo de rock no sea más que válido. No es que estemos hablando de un metal super extremo que resulta casi un modo abstracto de arte. Está este rock híbrido de hoy que se mezcla con el jazz o lo que sea y sigue siendo válido. Pareciera que toda forma de rock ya estuviera hecha. Este rock con groove como hacen Los Espíritus, tiene una energía particular, como lo tienen White Stripes o Black Eyed Peas, es válido por el tenor conservador. Como las bandas que hacen reggae, o mismo jazz, es abstracto y conservador.
—El jazz fue concebido conservador.
—(Se ríe) Lo dirás por el virtuosismo y sus egos.
—En el libro destacás que el glam surgió cuando la derecha había llegado al poder con Thatcher y Reagan. ¿Qué pasa con Trump?
—Está todo tan mal y hay tantas razones para estar enojados y atemorizados que sentimos que la música debería registrar todo este proceso o cómo es que la música no expresa este malestar. Cómo es que el descontento no se traduzca en música. Recriminamos que no lo haga. En la campaña electoral, los músicos pop apoyaron a Hillary Clinton, mientras que Trump tuvo a Kid Rock y Ted Nugent más algunos músicos de country. Clinton sumó también no solo músicos como Lady Gaga sino presentadores de TV muy populares, las comediantes femeninas, casi todos los mejores, realmente. Y Ted Nugent con Trump… que no tiene un disco bueno desde 1975…
—Y es una persona horrible.
—Y un músico horrible. O Kid Rock que no mete un hit desde mediados de los 90. De todos modos, nada importó: ganó Trump. En Estados Unidos, la cultura de visibilidad de las mujeres, negros, gays, toda esa idea progresiva se ve amenazada y ves que Beyonce o Kanye West están ahí… Entonces no sabemos qué puede hacer la música. En Gran Bretaña es diferente. Hoy con Corbyn y esa campaña #Grime4Corbyn, muchos artistas negros se sumaron y hasta jóvenes que no veían el valor del voto ya que nada parecía que fuera a cambiar, lo hicieron. Votaron hasta los estudiantes, entonces ahí sí la música cumplió su rol. No me corresponde decir si es necesaria una nueva subcultura, un nuevo género pero sí que una forma de peligro o amenaza se ve afectada por la música y reaccionan. Siempre son tiempos malos, uno mira ahora los 90 con nostalgia y piensa que fueron perfectos pero miro mis escritos y veo que hay mucho apocalipsis y oscuridad. No sé cómo fueron acá en Argentina en términos musicales y culturales, pero hoy en retrospectiva, se ven muy luminosos.
—Fue genial, muy indie y post punk, shoegaze. Era honorable escribir sobre música en aquel momento. ¿Tocás algún instrumento?
—No, ¿vos?
—No.
—Estamos libres de toda crítica, entonces. (Risas)
—Escribiste mucho ya, ¿qué tenés en mente ahora?
—Estoy con los escritores y pensadores reaccionarios. Entre mis autores favoritos está Louis-Ferdinand Céline porque escribió grandes libros pero fue un fascista de primera. Un fenómeno muy particular, como Ezra Pound que apoyaba a Mussolini. O gente que desde muy joven, por idealista, abrazó la izquierda para luego madurar como unos gruñones de temer y su perorata de "El mundo es una mierda" pero se han vuelto conservadores. Me interesa esa dinámica. O el inglés Wyndham Lewis: fue escritor y pintor, artífice del movimiento denominado vorticismo. Pero era de derechas, un misógino. Todo esto destila una energía muy oscura, que empuja a la escritura, incluso la comedia. El humor británico se basa en la concepción de que todos somos igualmente idiotas: los chicos son estúpidos, la clase alta es un chiste, una mirada muy sombría ideal para la comedia. Inteligente. Leí un solo libro de Lewis así que básicamente tengo que sentarme a leer. Ya se han escrito grandes críticas culturales sobre estos autores pero me interesan, veré de hacer un ensayo al respecto. Saltaría de un campo donde soy experto a uno donde no lo soy, de ahí las dudas y hasta las ganas. Y hoy día lo encuentro de mucha relevancia dada la situación reaccionaria frente a la realidad política. Como el filósofo Nick Land y su concepto de "iluminación, ilustración oscura" y su intención de volver a la Edad Media, antes del Iluminismo. No lo comparto pero la energía del proyecto es interesante.
—Como Mark Fisher.
—Diré que Land y Fisher están dentro del mismo grupo de pensamiento. Land era más conservador y luego se volvió más reaccionario. Sí, Fisher, qué triste su suicidio… yo estaba expectante de ver qué diría de estos tiempos, el pop, la filosofía, los discos, el cine.
—¿Leíste Bowie de Simon Critchley?
—No, aún no. No quise que nada me perturbara la redacción de Como un golpe de rayo y mantener una mente limpia. Sabía que Critchley tendría ideas y miradas muy interesantes. Pero lo haré. Uno de mis autores favoritos, Paul Trinka, escribió Starman, una biografía muy sólida y sí la había leído pero no mucho más.
—¿Hablamos de las mujeres en el rock?
—¡Hablemos de las mujeres en el rock!
—Asomaron no tímidamente pero de a poco en los 70 como Patti Smith, se impusieron en los 80 como Siouxsie y ya los 90 la voz de las mujeres se escuchaba fuerte. Hoy con la exposición y la circunstancias que nos rodean, las mujeres tenemos que hacernos oír. ¿A quién se puede escuchar?
—De algún modo, las grandes estrellas del pop son mujeres. Beyonce, Taylor Swift, Lady Gaga que está decayendo pero aún se impone, Kesha…
—¿Coincidimos en que Madonna fue la más grande?
—Sí, sí. Hizo de todo, pasó por todos los estilos, looks, diferentes conceptos y siempre con el sexo como bandera, como aquel libro, Sex. Pasa que como pasó todas las barreras quizá ya no queda más por romper. En términos de rock, no sé… Sí en electrónica, sobre todo a la hora de etiquetarlas y que no queden como "mujeres de la electrónica", o del pop o del rock, simplemente artistas, un escalón que estaba privilegiado a los hombres. Es muy florido el concepto, toda la belleza estética. Diré que ese género se ha vuelto más femenino, más adorable gracias a la presencia de la mujer. Antes quizá se limitaban a la voz, luego tomaron los instrumentos y hoy están detrás de los sintetizadores. O como productoras. Verdaderas artistas.
—Tu opinión sobre Kanye West.
—Lo encuentro fascinante. Es puro ego pero me resulta interesante su música, sus sampleos. Es gracioso, sus letras son graciosas al menos. Sabe que es un ego-maníaco y un boludo; en un disco previo al último decía en una canción "Levantá tu vaso por los boludos", así que se sabe fuera de control pero es talentoso. Escribí en este libro sobre él porque tiene una obsesión por la fama digna del glam, ser una estrella. Es muy Bowie eso. Y con su pareja tienen esta exposición narcisística. ¿Vos estás emparentada con la Kardashian? (Risas finales)
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