Publicado en UltraBrit
Por Lala Toutonian
Vivienne Westwood y Malcolm McLaren son los padres del punk, su estética y de Joseph Corré. Corré es el diseñador y dueño de Agent Provocateur. Para saber quiénes son Westwood, McLaren, Corré y la marca de ropa interior más atrevida y delicada de todas, sigan leyendo: se van a maravillar.
Soho londinense. Mil y una vueltas por esas callejuelas atiborradas de librerías, disquerías, sex shops, mercados de frutas, negocios de ropa vintage, entre Leicester Square y Charing Cross. El visitante, extasiado, no puede dejar de notar al doblar por Broadwick Street, ese local pequeño con un escaparate lleno de maniquíes sexies que invitan a entrar. Agent Provocateur reza en la puerta. Oh, provocador, claro que sí, embriagador. El perfume, las empleadas –dignas modelos- y la oferta en ropa interior y accesorios, no pasan desapercibidos. Una vez adentro, armarse de paciencia, elegir con cautela y preparar la tarjeta bancaria: no hay vuelta atrás.
Pero a no desesperar: hay cien tiendas más en trece países –que lamentablemente no incluye el nuestro-. Aunque la de Broadwick St tiene algo especial: fue la primera en abrirse en el año 1994. Ahí, nuestro héroe, Joseph Corré y quien era su esposa en aquellos tiempos, Serena Rees, apostaron por una marca que es sinónimo de lujuria y buen gusto.
Qué cuál es la importancia de una linda lingerie no es el tema a discutir ya que todos lo sabemos. Da confianza a quien la lleva: enjutadas en un corset, las mujeres dominan al mundo (y a los hombres). La lencería es fundamental a la hora de calzar una buena ropa y, por supuesto, a la hora de la seducción. Desde la década del 50 y de la mano de las pin ups, las braguitas y los sostenes llegaron para sacudir morbos. De esta manera, la moda también focalizó en este campo y miles de modelos y géneros van variando y sumando nuevos diseñadores.
Agent Provocateur se destaca sobre las demás marcas más afamadas (léase Victoria Secret, La Perla, Claire Pettibone, Bluebella, etc.) por su estética refinada, la elección de telas exclusivas y su intención de crear a la femme fatale sin distinción de mujeres. Así, no se limita a la ropa interior: se extiende a la ropa de dormir (pijamas y camisones de ensueño, propiamente), ropa de noche, medias únicas, trajes de baño (una colección infinita de bikinis, trikinis y enterizas), novias, accesorios (y puede ser éste el ítem más fetichista: boas, látigos, chokers, tacones, pezoneras, máscaras, guantes, etc.) y sus fragancias.
Los perfumes merecen un párrafo aparte. La nariz detrás de estos aromas es Christian Provenzano, afamado perfumista de grandes marcas, y en las variedades entre Fatale Intense, Fatale Pink, Fatale Black, Maitresse y el clásico AP Signature, se adivinan notas de angélica, pimienta rosa, ylang-ylang, palisandro, jazmín, geranio, nardos, rosa de mayo, almizcle, ládano francés, sándalo, ámbar, incienso, mirra y un eterno y embriagador etcétera. Resumiendo: el combo perfecto. La lingerie más sexy y el perfume adecuado son todas las armas que necesita una mujer que se precie para el combate más romántico.
Las modelos, actrices y cantantes más singulares han sido la cara de la marca que nos acomete. Primero y primera, la rebelde, la rara, la única Kate Moss ha protagonizado los videos más atrevidos para AP. Naomi Campbell, Kylie Minogue, la infartante Melissa George, Mónica Cruz (la hermana de la Pé), esa vikinga que resulta la danesa Helena Christensen, la baterista de punk rock Alice Dellal, Paz de la Huerta; la mujer de Mark Ronson, Josephine de la Baume y la actriz Maggie Gyllenhaal (que ya comió ratones en la sadomasoquista “La Secretaria”) entre otras tantas bellas féminas.
Family values, my ass
Corré está familiarizado con el mundo de la moda y el diseño desde pequeño. Su madre, la excéntrica Vivienne Westwood, la madrina del punk, lo llevaba en brazos hasta Sex (más tarde renombrado Seditionaries), su negocio en King’s Road donde vestía a los teddy boys de los setenta. Su padre, el recordado y polémico Malcolm McLaren, era en esos días el manager y creador de los Sex Pistols; aunque más que de la banda propiamente, de su estética plagada de alfileres de gancho y telas escocesas.
Joseph nació en el novelesco y romántico barrio de Clapham (escenario principal de The end of the affair de Graham Greene) en 1967, fruto de esta unión entre estetas, y el apellido elegido para nombrarlo fue Corré, por su bisabuela paterna, una judía sefaradí de Portugal. Este emprendedor joven devenido magnate y gran hombre de negocios, es también como su madre y la herencia sanguínea punk, activista de una causa tan noble como el cambio climático y su devastadora consecuencia en el ecosistema que nos ocupa. Aún hoy divorciado de Reese tras tener un niño y una niña (Cora Corré, hoy con 17 años y modelo de su rebelde abuela), continúan con el negocio familiar. Porque si bien la familia no es lo primero en el núcleo Westwood-McLaren, la tradición marca otra cosa. “Malcolm me hacía creer que yo era una estúpida”, cuenta la dama Vivienne; “Despareció cuando yo era joven”, continúa su hijo, “pero hicimos las paces poco antes de su muerte en Suiza” (en abril de 2010). “Me volvía loca, me peleaba cada día. En realidad no tenía que destacarme que era yo una estúpida, así me sentía por estar a su lado. Era muy parecido al Johnny Rotten de esos días: cruel y demandante. Y así se comportaba con nuestro hijo, inclusive cuando Joe era aún un niño pequeño”. Habiendo amasado una fortuna como empresario del rock y hasta como artista, no dejó un centavo para Joseph Corré en su testamento.
Fracking hell
Que qué es el fracking, te preguntarás, lector. Pues el fracking es el nuevo enemigo del ecosistema. Sus defensores dirán que es una técnica que responde a la demanda (¡enorme!) de energía con recursos más limpios que el carbón pero la realidad es que la metodología resulta un grave riesgo para la salud y el medioambiente. No resulta una nueva materia en combustibles sino una sangrienta herida en nuestro vapuleado territorio. El fracking, esta extracción de gas mediante fracturación hidráulica impacta fuertemente en los Estados Unidos (a nivel tal que podrían lograr la autosuficiencia energética para el 2035). Pero ya está prohibido en Francia, por ejemplo, y hasta en el propio estado de Nueva York, y estaría siguiendo el mismo curso en el Reino Unido gracias a esa guerrera ecológica que resulta Vivienne Westwood y su propio hijo. Joe Corré no solo viste deidades, también se ocupa de mejorar (o no seguir empeorando, como en estas circunstancias) el lugar donde vivimos. Para eso, madre e hijo organizan uno y mil eventos mostrando sus creaciones sostenibles hechos de materiales reciclados. “Es el problema más urgente en este momento,” se lamenta Corré: “Estamos en pleno proceso de cambio climático. El 80 por ciento de los combustibles fósiles conocidos tienen que permanecer en el suelo con el fin de evitar un cambio climático catastrófico. Así que toda la idea de buscar más combustible fósil es sólo un paso de gigante hacia el abismo”.
“Es algo que va a afectar a todo el mundo”, continúa, “El gobierno no tiene mandato democrático para ponerlo en práctica y no tienen una licencia social tampoco. El apoyo más importante proviene de empresas que no pagan impuestos aquí en Inglaterra. Se puede pagar mucho dinero en concepto de indemnización, pero no se puede conseguir ni por lejos el tipo de valor que va a potencialmente destruir el mundo entero”. El hijo pródigo del punk es un ferviente creyente del poder individual: “Tomamos decisiones todos los días: cómo viajar al trabajo, qué comer, lo que leemos, cómo gastar nuestro dinero. La gente tiene el poder. Las compañías solo se preocupan cuando empiezan a perder plata”.
Esta conciencia social arrastra a su madre, embajadora de Greenpeace, y al resto de su familia: sus medios hermanos Ben y Joe. “Cuando era niño, mi padre era un estudiante de arte y mi madre, una maestra de escuela. Eran los sesenta”, recuerda Corré, “Luego ocurrió el punk rock y nos volvimos los enemigos públicos número uno en muchos sentidos. Desde ese punto, siempre fui consciente de lo que ocurría en el mundo: crecí desconfiando del gobierno y eso me vino siempre muy bien”.
En junio de 2007, Joe Corré rechazó su MBE (Member of the British Empire), un premio que destaca a miembros de las artes y la cultura. Por sus servicios a la industria de la moda, fue destacado para recibir el honor y lo rechazó en protesta a la invasión británica a Irak y su Primer Ministro Tony Blair. Un punk rocker con todas las letras.
Entre semejante declaración sumado a su exquisito gusto de vestir mujeres para desvestir después, amamos a Joseph Corré.
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