Un futuro radiante, Pablo Plotkin (Random House)
Por Lala Toutonian
Publicado en el Suplemento de Cultura de Perfil
Leer Un futuro radiante es peregrinar por barrios de Buenos Aires, como Villa Crespo y Agronomía, transitar por Avenida San Martín en una digna escenografía madmaxiana. El porteño que no huyó tras las explosiones (¿a dónde?), murió infectado o se unió a una suerte de resistencia deformada por antihéroes igual de entrañables como de temer. Los dos hermanos protagonistas persisten en una relación donde los valores familiares -la Bobe, los píreshkes, Las Mamushkas-, son desmenuzados y destrozados por la psicología. Completan el cuadro activistas ambientalistas, neo zombies paranoides, sobre los que gira el eje del relato.
Esta Buenos Aires apocalíptica bien puede generar una nueva corriente literaria: diferentes reflexiones sobre los excesos y los desbordes generacionales, han creado a un post humano (o peor: post porteño) más resistente, como una iluminada nueva droga salvadora -siempre lo son- es el futuro. La novela destila un olor, nunca pestilente, a melancolía pop, proclama abúlica aun consistente. Todo tiene brillo: la droga, el pasado de la Bobe, la cultura perdida de los 90 (y las derivas subcultura, contracultura), que paradójicamente estructuran una ficción muy oscura, casi opaca entelequia. En esta primera novela de Plotkin, periodista y pintor, la presencia del varón está justamente pincelada en la relación con Belén, la protegida de los hermanos, en los párrafos donde la actividad sexual del narrador puede ser radiante o apenas mecánica.
Casi no queda nadie, se extingue la moral, y es uno con la ciudad, sus únicas relaciones. Y entonces es imposible la traición: el lector no corre el riesgo de estrechar la realidad, sí convertirá la obra en idilio. El tiempo, las distancias, pierden sustento, los mismos héroes se extravían. La narrativa revela el carácter impío de un cronista indolente alineado a su valoración de lo fraternal, que mira desesperanzado el futuro porque el pasado fue radiante. Es el mismo protagonista, a pesar de su juventud lacerada, quien mantiene una belleza ética hasta el final, sorprendente, inesperada, casi inaudita, como oposición a la victoria.
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