Por Lala Toutonian
Durante la lectura de los cinco capítulos de Fobocracia divididos en apenas setenta y dos páginas, el ensayo de Sloterdijk pareciera recorrido por el fantasma de Umberto Eco. El italiano, ateo pero estudioso de las religiones como pocos -o como el mismo alemán, probablemente sumaría pensamientos interesantes al respecto.
Desde el título se adivina la intención del ensayo; fobo, del griego phobeo: odio, aversión; y cracia, el sufijo con el que se denomina a la autoridad, al dominio, si se quiere. Y bien la religión puede ser interpretada como una forma de dominio, sometimiento, coacción hasta abuso.
Aquí desarrolla cuándo, cómo y por qué desde las religiones, el cristianismo, el judaísmo, el islamismo, se genera una forma de violencia que atenta contra identidades y arrasa sociedades. ¿”Tolerancia religiosa”? Apenas un oxymoron.
Tampoco es que relacione esta forma de violencia con el carácter monoteísta de la religión sino a la ceguedad frente a la fe. Este ¿ensayo?, ¿polémica? apunta a las sociedades occidentales que se han fanatizado como las orientales -como con el Islam-. Lo que es seguro es su capacidad de filosa y hasta cínica retórica que dejaría boquiabierto a cualquier teólogo que se precie. ¿Eco estaría de acuerdo con el planteo de esta radicalización? Lamentablemente no lo tuvimos en vida como para que viera los últimos acontecimientos modernistas globales pero asentiría en más de una página.
Y no está lejos de llevar al extremo de comparar o hacer una analogía de las religiones con el sistema de sectas. Entonces, volvemos al principio, ¿por qué fobo-cracia? ¿Acaso la religión como temor al Estado? ¿Un poder contra otro y de ahí la violencia?
“Dejaré de lado mis reparos sobre el término religión, que expliqué en Has de cambiar tu vida (lo consideré un seudotérmino o, más precisamente, una falsa abstracción con un alto potencial para engaños) y utilizo el término de forma convencional y sin ningún tipo de ironía porque no me gustaría complicar el tema actual, que ya es lo suficientemente controvertido”, escribe Sloterdijk casi al principio como para dejar en claro que conceptos como Dios, omnipotencia, culpa, redención, no tendrán valor más que para avivar el fuego de la violencia religiosa.
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