Entrevista con David Toop Por Lala Toutonian para Diario Perfil (diciembre 2018)
En el Maeström/Música, improvisación y el sueño de libertad antes de 1970 (Caja Negra, 2018), es el nuevo título de este músico, ensayista, curador, que es David Toop, un artista completo. En tiempos donde la predictibilidad arranca espontaneidades, la práctica musical de la improvisación es a la vez crítica social y un espacio de libertad.
El Maelström es el remolino de corrientes frente a la costa noruega, un abismo donde el sonido se funde y potencia con el rigor del mar. Acaso un refugio oculto, una fascinación como la del protagonista de Un descenso al Maelström de Poe, ese cuento dentro de otro, también un remolino observado desde lo alto y vivido desde la profundidad: “Los títulos son muy importantes: tienen que resumir el sentimiento general del libro y sugerir una imagen que se capte de inmediato. Leo a Edgar Allan Poe desde niño. Había visto la ilustración de Harry Clarke para Un descenso… y me transmitió la turbulencia de la improvisación libre. Pero no fue hasta que supe de la grabación de piano de Lennie Tristano de 1953 basada en el cuento, que me di cuenta que podía ser un buen título. Tristano era excéntrico, brillante: un pianista ciego de bebop. Empujó el jazz a un área de libertad donde tocaba sin plan, sin melodías. A la discográfica no le gustó pero era una muestra del futuro”. Acaso un intento de desahogo de Poe, como lo es la improvisación a la que se dedica a estudiar Toop a lo largo de este ensayo: “Si es libertad o no es una pregunta más complicada. Algunos creen que los humanos no tienen libre albedrío. Desde mi punto de vista como alguien que toca esta música, la enseña y escribe sobre ella, hay una libertad respecto de las convenciones existentes. Si se hace una música grupal, hay que entender cómo es la interacción de los individuos del grupo. Determina la forma en que suena la música. El público juega un papel importante porque la música se reúne frente a ellos. Ahí hay entusiasmo y el peligro es que todo podría colapsar. Los músicos deben apoyarse y estar preparados para agregar fricción y salvar la música de la complacencia. La idea de libertad adquiere un significado diferente: no es hacer cualquier cosa en cualquier momento, es una libertad que proviene de la responsabilidad colectiva y la conciencia”.
Los conciertos en vivo donde toca David Toop se caracterizan por la improvisación y no siempre queda registro, así es como la retórica resulta imperativa: ¿hace ruido el árbol que cae en el bosque y no hay nadie que lo escuche? Esta premisa de observación-percepción es quizá aplicable a esos momentos de intimidad del músico y sus herramientas (instrumentos, computadoras, etc) frente a un público que lo escuchará… y nada más: “La pregunta habitual es quién lo oye. Mi respuesta es que muchos seres vivos lo oyen; que no haya humanos no significa que no exista. Lo mismo con la improvisación. Tal vez alguien lo escuche, lo lleve en la memoria y esa memoria es tan completa como una grabación. Aunque sí pienso en esto, particularmente a medida que envejezco. Toco música improvisada desde 1970. Hay períodos sin documentación, así que en momentos de debilidad me detengo en esa pérdida. ¿Pero no es lo mismo la vida? Tiempos que quedan sin documentar y son recuerdos que arden. Parte de esa intensidad proviene de su naturaleza fugaz. Lo escrito representa una filosofía diferente. La música improvisada es un desafío para esta creencia de que de alguna manera podemos capturar o preservar la vida. Conservamos fantasmas pero lo que cuenta es el momento de la experiencia pasajera”.
Sus ensayos son extensos, escritos que obligan reflexiones, incluso hay poesía. La música inspira la escritura o no, será al revés: “Debe ser una necesidad porque todavía lo hago a los 69 años y no tengo deseo de parar. Durante años fue un problema esto de hacer música y escribir sobre ella. Recientemente he podido acercar esas dos actividades, pensar más en términos de la fluidez de la práctica para difuminar estas grietas entre acciones y pensamientos. La música y la escritura están estrechamente vinculadas. Tiendo a improvisar en un libro: hay investigaciones, entrevistas y algo de planificación, pero una vez que comienzo, sigo el curso del texto, llevándolo a donde me lleve y consciente de su forma y coherencia de la misma manera que lo soy de esas cualidades necesarias tocando música”.
—Se adivina una intención anárquica cuando dice que las personas se organizan con coherencia musical y sin líder, pareciera una estructura horizontal más que verticalista, comunitaria.
—Existe una relación con la teoría política del anarquismo, sí, pero en la música es posible explorar ciertas posibilidades de organización sin el caos y la violencia que pueden surgir cuando las teorías políticas se imponen en la sociedad. Los músicos que hacen música improvisada durante décadas saben cómo funcionan los grupos cuando no tienen un líder. Cuando enseño improvisación a estudiantes, hablamos sobre temas de poder, libertad,, coerción y lo difícil que es encontrar un lenguaje grupal entre personas que tienen contrastadas estéticas, creencias e incluso, en un nivel rudimentario, una tendencia hacia la sonoridad. Los músicos no piensan en lo que están haciendo como una forma de sociología, pero hacen paralelismos entre la música y la política. El hecho de que la improvisación continúe creciendo, es un indicio de su potencial como método para hacer música. El hecho de que todavía no sea muy popular es indicativo de cuánto difiere de las normas de organización y comportamiento social.
—Promete continuar la escritura de este libro para descubrir cómo se define a sí misma la improvisación.
—Espero poder escribir el segundo. ¡El primero fue un trabajo muy duro! Es divertido hablar de una oscura historia musical, pero un libro debe tener una unidad narrativa, una clave que persuada al lector a continuar. He escrito cuentos y textos breves experimentales, pero trabajo mejor en esta interzona.que he desarrollado entre historia, teoría, poesía, musicología, biografía y etnografía. Ahora estoy leyendo a Anthony Powell y a Peter Sloterdijk. Ficción y filosofía. ¿Cuál es cuál? Sloterdijk se lee como una novela experimental y Powell está más cerca de la historia social. Me gusta la ambigüedad de la forma. Componer música es un tipo de ficción. Los lugares imposibles se unen en un espacio sin dimensiones que tiene el potencial de actuar en el mundo real simplemente porque la música es poderosa y emocionalmente convincente. La improvisación es diferente: tiene paralelos con Powell y Sloterdijk. Sigue impulsos y rasgos de personalidad, que es la forma en que Powell construye su narrativa y analiza fenómenos aparentemente no relacionados con un espíritu similar al de Sloterdijk. Tal vez yo no tenga la necesidad de escribir ficción.
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