Por Lala Toutonian
Eterna Cadencia y Filba se han unido en un ciclo de entrevistas: Eterna Social Club. Cada semana, en la terraza -si el clima lo permite- estaremos presentes con un autor o con una autora para hablar de lo que nos gusta: literatura. Inauguró este segmento el escritor Osvaldo Baigorria con la excusa de su último libro: El ladrido del tigre (Blatt & Ríos). Narrado en primera persona, este policial -el primero de toda la narrativa del autor- se sumerge en terrenos fangosos dando lugar a un nuevo género: el delta noir. Terror, muerte, complicidades, desconciertos y una construcción de personajes muy bien delineados logran hacer de esta novela, el disparador de una nueva corriente.
Osvaldo Baigorria es nuestro Henry David Thoreau. Quien lo conoce, quien lo haya leído, quizá coincida y en El ladrido del Tigre se nota. Empecemos por el título: el tigre -el animal-, el Tigre -el lugar- ¿El tigre ladra verdaderamente? Ruge, muge, ¿qué hace? Gran diseño de tapa, de paso
En primer lugar agradecimientos a Filba, Eterna Cadencia y a la gente de Blatt y Ríos, les quiero agradecer que hayan confiado en este título y en este libro con arte de tapa de Florencia Böhtlingk. El ladrido a mi me evoca a una expresión de Gilles Deleuze que decía que “El ladrido del perro es la vergüenza del reino animal”. Es una vergüenza el ladrido del perro porque es algo entrecortado, fuerte, estridente, innecesario muchas veces. Pensé mucho al respecto, en El abecedario de Gilles Deleuze, que ciertamente los perros; si el animal, la especie, la familia de los perros, perras, perres, es producto de algún tipo de manipulación genética, de los viejos lobos, animales salvajes, etc, para proteger los rebaños de los pastores o para avisar la presencia de extraños, esa sí es una función muy útil, pero a veces el ladrido se transforma en algo muy innecesario ¿no?
Molesto.
Muy molesto. Y como aquí hay una referencia al tigre tanto como al lugar así como al animal y como símbolo también. El tigre es un símbolo muy fuerte en la literatura..
Claro, Borges.
Claro, Blake.
William Blake. Lo nombrás en la novela.
Sí. Me pareció que ahí, la unión del ladrido y del tigre hablaba de algo de lo que estamos haciendo con el ecosistema. Sin pretender bajar línea ni dar cátedra al respecto, me pareció que había una tensión a explorar en la literatura.
Hay varios temas que nos acogen en este momento, desde la vuelta a la naturaleza, como creyendo que eso es bueno, o que volvimos a una ¿normalidad? y el machismo por otro lado. El hombre, el ser superior en la naturaleza según la intención del narrador. Y quizá una analogía con que el delta, el Tigre, la isla, es todo un espacio que nos protege hasta nos da miedo.
Exacto. El río ríe, el sauce llora. La verdad que hay varias cuestiones allí, pero me metí con un tema diferente del que venía, de alguna forma,… Viví muchos años en el delta, fui con una ilusión como mucha gente que se va a vivir a esos lugares de encontrar una naturaleza, con una idea que viene de Rosseau, esta idea de la naturaleza, del ser humano en la naturaleza prístina u original y después allí descubre que no es tan así. Esto es verdad por un lado y por otro lado lo que me pasó es que yo con este libro quise alejarme de un tipo de escritura que era más, como en otros libros, autorreferencial, más de relato de experiencia y quise probarme a mí mismo en algo en lo que nunca había incursionado, que es un subgénero que sería de misterio, policial. Me aburro del tipo de libro que escribo y dije quiero hacer algo nuevo, no quiero hacer algo como lo que ya hice. Tenía esta idea de hacer un libro sobre estos temas, los temas que mencionás, con todos estos elementos. Lo hice en un momento muy particular, no lo hice cuando estaba viviendo en el delta, sino después. En la primera etapa de la cuarentena, básicamente entre marzo y junio, quizás principio de julio, del año 2020. Estaba en mi departamento de Palermo, un lugar que había llegado después de unificar todos mis libros, estuve muy disperso los últimos años. Me fui allí en el 2019, a principios del 2020 mientras a mi compañera le volvía el cáncer, hacía su quimioterapia, yo la acompañaba, hasta su muerte. En la primera etapa mientras la estaba acompañando, además de la pandemia, dije tengo esta idea. Me escapé un poco en mi imaginación a esta zona en la que yo había vivido y lo puse como escenario de algo que ocurre en otros lugares también. Sería el supremacismo masculino, los femicidios, la ingenuidad de la naturaleza, los crímenes. En fin, dije voy a probar de hacer esto, empezó como un juego y me quise probar a mi mismo de si podía escribir algo en este subgénero. Algo salió.
Algo salió. Mientras contabas todo este proceso por el que pasaste y que has logrado escribir esto, pareciera de las mejores terapias que uno puede lograr para evadirse un poco de la realidad abrumadora que estábamos viviendo más tu situación personal. Entonces lo que ocurre durante el transcurso de la historia, la desaparición de los animales, la aparición de cuerpos, lo que ayuda el río al subir y bajar y encontrar estos de pedazos de cuerpos. ¿Estuviste investigando? Sobre cómo se corta un cuerpo, por ejemplo. Lo que se muestra en esta novela es que tanto el género humano como lo natural es una gran amenaza de ambas partes. Esta ficción da cuenta de eso.
Sí, puede ser, es verdad. Respecto al tema de cómo descuartizar un cuerpo, yo he probado personalmente como hacerlo (risas). No. Pasa es que al haber vivido muchos años con una médica, algo supe. Me puse a leer un poco a ver cómo podía llegar a hacerse. Sí, respecto al tema de la naturaleza, desde luego que fastidia un poco esa idea hipostasiada de la naturaleza, hipóstasis en el sentido de un ser sustancial, verdadero en vez de considerar que es una abstracción. Lo que nosotros consideramos naturaleza es una abstracción, es una idea que después se contrasta mucho con la realidad, con lo “real” que es la mugre, los mocos, la sangre, la muerte, todas estas cosas que son muy naturales, habituales. No debería ser muy duro con la ingenuidad, porque yo he sido muy ingenuo y lo sigo siendo en muchos sentidos, pero la ingenuidad de decir voy a un lugar de vida natural, va a ser todo hermoso y es algo que… no. El turismo no ayuda mucho en ese sentido. El turismo induce a una idea muy distorsionada de los lugares a los que vas, total vas dos o tres días, el tiempo es lindo, un paraíso; si el tiempo está feo, uy, que macana. Pero no es así. Hay algo de eso que se trasunta de un modo, se trasluce o que aparece en este libro. Algo de ese combate contra una idea muy ilusoria hacia la naturaleza.
Da cuenta de esto que se habló en los últimos tiempos de volver a lo natural, a la naturaleza, “normalidad” y todos estos lugares comunes, no era verdaderamente lo mejor o no era lo ideal porque seguía siendo igual de amenazante y peligroso.
La vida es muy peligrosa. Sí, claro.
En el transcurso de la lectura uno redescubre al mismo Baigorria de siempre, al Baigorria donde están todas sus trans, sus putos, sus putas, sus orgías, acá vuelve Osvaldo a nosotros, sin esconderse. El Tigre también tiene esos espacios donde uno se puede esconder, se puede guardar, hay muchas casas abandonadas y todo muy orgiástico como describís en la novela. Pone cistema, esos juegos de palabras al cual estamos acostumbrados. Vuelven tus personajes, les volvés a dar vida, ¿verdad?
Sí, sí. Supongo que sí, uno no puede evitar ser uno mismo (Risas)
Hay masoquismo, hay unos latigazos ahí también.
Hay latigazos, cómo no, siempre. (Risas).
Porque los personajes hacen a la historia, justamente. Este tipo de gente tan poco normal, si se quiere, tan poco natural.
Sí, totalmente. Hay un tema de Caetano Veloso que dice “De cerca nadie es normal”. Y acá se nota más, sobre ese escenario que imaginamos. El delta con ese fondo selvático que tiene, quizás se note más eso. Yo creo que nadie es normal, que todos estamos atravesados por multiplicidades.
Neurosis, deseos....
Pero sería interesante ser totalmente incoherente, que no te descubran ningún tipo de relación. Lo que los porteños llaman “El Tigre” es una zona inmensa que llega hasta Entre Ríos, es el delta del río Paraná. Entonces está eso, está el tigre como animal, se lo llamaba tigre aquí al yaguareté y también está el tigre como símbolo, esa fiera de la que habló Borge, Blake y otros. Entonces hay varios tigres allí, por lo menos tres. Pero si estamos hablando de escenario, sí es un escenario inmenso.
Otra linda palabra que usás tanto en la novela: miasma.
Miasma, el pantano, el lugar donde todo se pudre y se mezcla. Me pareció fascinante eso a mí.
La mugre que contás todo el tiempo, el río sucio.
Es todo así, mugriento, ventoso, pegajoso. El polvo, los bichos...
Otro tema determinante dentro de la novela es la posición del varón: el ser dominante de la naturaleza, superior. Hay una estructura piramidal. En el libro, las que desaparecen y mueren son las mujeres… y los perros. Acá hay un macho matador.
Lo que traté de entender, cuando me puse a escribirlo, es qué puede haber en la mente de un femicida serial ¿Qué puede haber en la mente? ¿Qué puede tener en común conmigo?
¿Y?
No es para resumir en una frase (Risas) pero en principio digamos que lo que tenemos en común son los privilegios de poder andar por una calle, en este caso en el medio de la isla, tranquilo, sin miedo a que te secuestren y te violen. En principio. Especialmente, varones cis, del cistema con c, aquellos que nacimos con nuestro aparato reproductivo masculino y llevamos ropas más o menos acordes, algunos más, otros menos, con esos atributos. Apenas el cuerpo se feminiza un poco, como ocurre con la gente travesti o trans, ya cambia y el privilegio empieza a desaparecer. En principio lo que tenemos en común es eso. Es lo más visible. Quise entender un poco qué hay detrás de la violencia, de ese tipo de supremacista masculino. Porque como es un libro de género, subgénero, es un policial, tenés que meterte en lo que es un asesino, entonces hay un juego allí con el misterio, con tratar de capturar al otro, de descubrirlo. Me acuerdo que yo leí algunos libros mientras estaba escribiendo, unos libros de género sería por ejemplo Magnetizado de Carlos Busqued que se mete ahí en una relación con un asesino de taxistas, leí Nuestra parte de noche de Mariana Enríquez, leí varias cosas. Siempre es difícil de entender al asesino serial, al profundo criminal. Es difícil de entender porque causa rechazo, pero habría que intentar entender cómo no nos causa rechazo eso. Hay que tratar de buscar la “empatía”, empatía en el sentido de poder entender qué es lo que pasa…
Sin duda, alguna forma de psicopatología. El trabajo que hace Busqued con Magnetizado es crear un nuevo género: el identikit literario. Capote lo había hecho antes pero más ficcionado. Busqued se mete en la cabeza del asesino y logra esa “empatía”. La palabra es clave cuando le pregunta “Cuándo matás, ¿cómo te sentís?” y el asesino dice “Magnetizado”.
Claro, como imantado. Mientras escribía esto estaba leyendo, entre otras cosas, Cosmos de Gombrowicz. Empieza con un gorrión ahorcado y uno piensa “¿Quién puede ahorcar a un gorrión?” Entonces comienza la búsqueda en torno a eso. Gombrowicz decía que las pequeñas poblaciones, donde tanta gente ansía con ir a conocer, ir a vivir, alejarse de las grandes ciudades y ansía ir a un lugar pequeño, ahí por ejemplo Gombrowicz escribía diciendo que en esos lugares tan pequeños es como vivir en casas con paredes de vidrio, donde todo está a la vista. Todas estas ideas antisistema de repente pueden dispararse para cualquier lugar.
Contanos si vas a hacer un pequeño descanso o ya estás escribiendo.
No estoy como loco escribiendo. He estado dibujando. Está pendiente un librito de dibujos que va a salir con una pequeña editorial llamada Caracol, que ya he publicado con ellos. También mandé a tipear unos cuadernos de viaje, un libro ordenado de viajes de La Habana a Tokio de Toronto a Coruña, con el trasfondo de los años noventa que se llama Período especial.
¿Sería la segunda parte de Postales de la contracultura?
Podría ser. Es una continuidad, sí.
Por el tiempo. El otro es hasta los ochenta, ¿verdad?
Sí, exactamente. Y otra cosa que estuve haciendo, sigo haciendo, este puede ser un proyecto eterno que en un momento se va a cortar para ser publicado, es un libro de citas o de orejas, viste cuando uno en vez de subrayado, lo que hace uno con los libros cuando lee es que le hace la oreja. Porque cuando empecé a juntar mis libros de un solo lugar, en los últimos años estuve moviéndome en muchos sitios, pero para llegar al barroco del movimiento, en los últimos tres años tenía mis libros distribuidos en tres lugares diferentes: En mi casa en Tigre, en el estudio que alquilaba en Boedo y en el departamento que compartía con quién fue mi compañera Susi en Palermo. Entonces cuando reuní todo y me fui definitivamente a Palermo, que fue a mediados del 2019, junté todos mis libros en ese lugar y entonces empecé a clasificarlos. La clasificación de libros implica meterlos por secciones, pero también por orden alfabético dentro de las secciones. Por ejemplo: Narrativa, poesía, ensayo, narrativa argentina… yo no tengo muchas secciones pero sería: Narrativa argentina, narrativa estadounidense y narrativa terrestre, de todos los países, y después poesía, ensayo y misceláneas, por supuesto. Lo tuve que hacer porque tenía todas las cajas. Algunos libros vienen de los años setenta, de esos que quedaron en la casa de mis viejos. Al mirar los libros vi que tenían sus orejitas y me pregunté qué había detrás de ellas, algunos subrayados, otros no y miraba cada página. Me encontré con citas, cosas que puedo transcribir. Y publicar un libro con eso.
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