Conocido por ser, además del vocalista de los Sex Pistols, la cara icónica del punk inglés, John Lydon (Johnny Rotten) es uno de los símbolos vivos de una época que se niega a perecer. La publicación de su biografía permite conocer las entrañas no sólo de un hombre, sino de toda una sensibilidad quintaesenciada en páginas que se leen como acordes insalubres, colindantes con el estruendo..
CULTURA PERFIL LA BIBLIOTECA MUSICAL V
Lala Toutonian
Este libro está dedicado a la integridad”, comienza diciendo John Joseph Lydon. Y es toda una declaración de principios, que es básicamente lo que trata el punk como filosofía. Nadie en el mundillo del rock le gana en honestidad a John Lydon. Desde sus épocas de Johnny Rotten. La ira es energía es el primer volumen (el segundo está saliendo en inglés en estos días bajo el título I Could Be Wrong, I Could Be Right, como uno de sus temas de Public Image Limited) de sus memorias más viscerales, en formato perfil, más anécdotas sin un orden cronológico quizá sino más bien desde su propio pensamiento; aunque hubo otro libro, Rotten: No Irish, no blacks, no dogs (1994) que fue su autobiografía. La gran diferencia radica en que éste último es verdaderamente una crónica de su vida, La ira… es su pensamiento y análisis pasados por el ojo avizor que lo caracteriza sobre la existencia, el amor, la música, Inglaterra y el mundo.
Nacido en Londres en 1956, este hombre que ya cuenta poco más de sesenta años es dueño de un carisma y un talento muy particular: durante la lectura toda de este bello ejemplar de 600 páginas uno no puede más que asentir sonriendo de lado. Sin respiro, contextualiza cada movimiento suyo propio existencial con el momento social, no en vano los Sex Pistols surgieron cuando la sociedad inglesa se veía hundida en la miseria. Lo de la honestidad destacada más arriba refiere a esa fidelidad que denota desde el tono narrativo: quien bien lo conoce sabrá que es como escucharlo hablar. Es un libro hasta gracioso, si se quiere, con la vena flemática de rigor pero también con esa cuota de sarcasmo -el sarcasmo entendido como herramienta de la inteligencia- que se precie de ingeniosa. Huele a espíritu adolescente y quizá sea eso mismo el alma matter del punk. Ya en 1978 había creado P.I.L. (Public Image Limited), lo cual habla de la corta existencia de Pistols y sin embargo, su valor estético y el aporte a los comienzos del punk. P.I.L. es el mejor y único pos punk porque viene directamente de la semilla primera y está todo detallado aquí sin censura, verdaderamente. No se salva nadie: la industria discográfica, por supuesto, es uno de sus mejores blancos a atacar, reflexiona crudamente sobre cada uno de sus pasos y cuáles fueron las consecuencias -a veces, victoriosas; a veces, derrotistas- de sus actos. Desde la madurez analiza cada época vivida sin perder su insolencia y siempre valiente, como en el primero de sus gritos allá por el ‘76. Que por qué considera que la ira es energía, se preguntarán, pues porque como el principio de destruir para reconstruir, la bronca frente a la injusticia es un motor para activar. Su querido amigo Sid Vicious, Malcolm McLaren (manager y “creador” de Sex Pistols) y su entonces esposa Vivienne Westwood, la familia real -a la que le tiene particular aprecio-, el Estado, la educación, la pobreza, las inspiraciones (se considera musa de las rusas Pussy Riot, por ejemplo, y no creemos que se equivoque), nada queda sin detallar.
Al comienzo están los pasajes más emotivos: su infancia en un barrio de aquel Londres aquejado por la pobreza y su meningitis contraída por el contagio de las ratas, del coma profundo a partir de la enfermedad y cómo perdió la memoria (no reconoció a sus padres en el hospital y como asegura: “Tuve que creerles a los médicos y a las enfermeras”). El sufrimiento de su madre a partir de la dolencia de su hijo lo relata con profundo amor. Otro gran amor relatado es el que profiere a su esposa, Nora Foster, una alemana que está con él desde 1978. Foster es la madre de Ari Up, la voz de The Slits, emblemática y primera banda punk de chicas, quien murió en 2010 dejando a sus hijos mellizos y un tercero que la pareja adoptó y crió: “Me han vuelto loco, pero adoro haber tenido a los chicos alrededor”. Hoy, la realidad lo encuentra con una esposa enferma de Alzheimer con todo lo que eso representa y asegura no poder sostener económicamente un cuidado especial con lo cual, él está a cargo, con todo el amor del mundo, asevera, el que los mantuvo tantos años juntos.
Lo que algunos verán como contradicción, Lydon lo ve como madurez. Y se puede ser a principios éticos promovidos por las injusticias sociales siempre reinventándose a lo largo de la vida, que para eso está, ¿no?
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